Luis H. Caraveo Rodríguez (1940-2021)

July 1, 2021 · 10 minute read

In memoriam, avus magni.

Algunas personas tienen una urna, otras un sepulcro, otras quieren su nombre tallado en una banca o calle. Yo quiero hacer un recuerdo en digital de mi abuelo que falleció la ultima semana de junio para compartir lo hermoso que fue compartir la vida con él. Este texto también existe en mi blog, danielsada (punto) tech para el futuro.

Una de las cosas más características de nuestra relación es que siempre nos hablamos en formal: “Señor, ¿cómo está?” – “Bien ¿y usted?” Y siempre fue de cariño, desde que era chiquito hasta que fuimos grandes. El ocasional chaparro se escuchaba de vez en cuando, pero siempre en tercera persona.

Mi abuelo se destacaba no solo por su aptitud social, sino también por su profunda curiosidad y conocimiento sobre diversas áreas de la vida. Podía hablar profesionalmente con todo tipo de gente.

Entre ellos, la computación (platicamos de los mainframes que empezaron en México en el centro de cómputo del IPN, así como de computación cuántica, lo que él creía que sería el futuro de la computación, idea con la que no concuerdo al 100%), la psicología (le gustaba la rama Gestalt y Jungiana, así como el humanismo, y rechazaba mucho a Freud). Y tantas otras disciplinas:

La matemática, una de las cosas mas apasionantes para él era usar programación lineal con el método simplex de reducción de restricciones.

La física, siempre me contaba la historia de cuando su profesor llegó y en el primer día de clases dijo “Vamos a ver Física Estática: La suma de fuerzas en un punto debe ser igual a cero, listo. Ahora que ya aprendieron física estática, vamos a ver física dinámica” (cuando debería ser un tema que se ve en un semestre completo).

La antropología, de la que entre sus autores favoritos estaba Diamond, que explica la migración en el mundo, y cómo las sociedades se han construido a través de diferentes sistemas de incentivos socio-culturales.

La historia, con colecciones completas de los libros de Heródoto, libros de Egipto, Grecia, Roma, Primera y Segunda Guerra Mundial, el feudalismo y monarquías.

El ajedrez y su gusto por Kasparov.

La literatura – además de que leyó la colección completa Sepan Cuantos – estaba actualizado en literatura contemporánea de México y del Mundo.

La religión, hasta leyó varias traducciones de la Biblia, las diferencias entre cada versión, y todos los libros importantes de varias religiones. Me gusta pensar que era espiritual.

Podría seguir enumerando cosas, porque también le interesaban las mezclas entre estos campos, por lo que podía estudiar las combinaciones de ellos (Antropología e Historia, por ejemplo). El tener tanto conocimiento de tantas áreas lo hacía una persona fascinante para conversar. Desde escritores famosos hasta matemáticos podían tener una conversación profunda con él amenamente con un trago.

Para mí, poder haber aprendido un poco de todo esto, leer, escuchar y procesar todo esto, es una oportunidad mágica y se lo agradezco a la vida. Si puedo leer un 10% de lo que mi abuelo leyó, me consideraré un hombre realizado en la vida.

En la universidad de California, conoció a Carl Rogers, el padre de la Gestalt, así como a Osho (¡el del documental de Netflix Wild Wild Country jaja!), que en ese momento daba conferencias en University of California.

Tenía un diplomado en informática y una maestría en seguridad pública. Él trabajó en la PFP, PBI y el Estado mayor presidencial. Una de mis memorias favoritas, es cuando me llevaba a su trabajo para jugar con la laptop en lo que el trabajaba en la PFP. Me daban mi agüita y me sentía súper importante, también íbamos al deportivo del estado mayor presidencial.

Una de sus anécdotas favoritas era platicar cuando yo era muy chiquito, que íbamos al vapor y sauna juntos, y una vez fuimos al del estado mayor presidencial. A mí me gustaba mucho echarme agua fría con la manguera que había en el vapor. Una de las veces que yo estaba con el agua, yo muy contento y sin darme cuenta, estaba mojando a 5 generales de brigada del ejercito. Mi abuelo súper mortificado y los generales se reían y decían que estaba bien, que me dejara estar con el agua tranquilo.

Luis nació el 3 de marzo de 1940 en Campeche. A los 17 años, después de buscar salir de su casa, decidió unirse al Colegio Militar. En esos tiempos era brutal, con novatadas que subían de tono y bastante difíciles. Amenazas y problemas eran comunes. Mi abuelo siempre me dijo que su experiencia en el Colegio Militar era muy similar a “La Ciudad y los perros” de Mario Vargas Llosa, y después de leer el libro, no puedo decir que lo recomiendo.

Después de terminar el colegio militar, donde estuvo en el batallón de artillería, decidió entrar a la Escuela Militar de Ingenieros como Ingeniero Industrial. Siempre me platicó que la carrera de ingeniería allí era muy difícil, al punto que reprobar una materia hacía que te expulsaran de la carrera. Recordaba muy bien a sus profesores de la escuela militar, donde tomó Álgebra Lineal, Geometría Analítica, Vectorial, Estática y Dinámica, entre otros.

En la escuela de ingenieros, mi abuelo sacó una de las únicas Medallas de Excelencia que ha emitido la Escuela Militar de Ingenieros, manteniendo un promedio mayor a 95.

Mientras continuaba su carrera militar, mi abuelo trabajó en Philips de México, con el Dr. Hellmans, desde donde hacía el control de inventario de entradas y salidas de todas las partes que venía Philips (mínimos, máximos etcétera). Creo que fue de las empresas favoritas en las que pudo participar mi abuelo.

Poco tiempo después, como quiso dedicarse a la industria, tramitó con el ejercito su salida, por lo que su último rango fue el de teniente. El ejército condicionó su salida a una misión en especifico: desechar una cantidad bárbara de pólvora que estaba en mal estado (por lo que es fácil que estalle). Y cuenta la historia del tiempo que tuvo que ir a Veracruz a tomar un barco de la marina para poder desechar la pólvora seguramente, y de cómo iba sudando frío en cada paso de ese encargo.

Por alguna extraña razón siempre le gustaron las bases de datos FoxPro e Informix, así como la Apple II. Él metía tarjetas perforadas a las máquinas y compartía tiempo de computación en el Instituto de Computación del IPN.

Otra de sus cosas favoritas era coleccionar películas, cuando su colección fue mas grande alcanzó las 3000 películas, categorizadas perfectamente en una hoja de excel donde las organizaba por título, película, clasificación y recomendación, así como actores principales. Su organización era increíble.

Mi abuelo me introdujo a la computación, me regaló las primeras laptops que tuve, empecé jugando con Paint, y Age of Empires II. Fue allí cuando descubrí mi fascinación por la computación. Yo siempre quería sacar las “letras verdes y negras” que aparecían en las películas, e investigué hasta que encontré qué eran. Poco a poco fui aprendiendo a programar en bash y el resto es historia… Cada vez que mi abuelo se compraba una laptop, me daba la que ya no usaba. Hasta el día de hoy recuerdo con cariño mis Compaq, Toshiba y Dell. La mayoría de mi tiempo lo pasaba en foros de programación y de computadoras, fue de los tiempos más productivos de mi vida estar en todos esos foros con guías, tutoriales y conversaciones con expertos.

Gran parte de que hoy yo sea Ingeniero en Sistemas y que me guste tanto la informática, es gracias a él y a mi mamá.

Por azares del destino, la Dell de la historia anterior, se me cayó accidentalmente de un segundo piso quedando en pedazos y fue tristísimo.

Creo que hablar de mi abuelo sin hablar de su partes negativas, no hablaría de la persona completa. Así como muchísima gente quiere mucho a mi abuelo, también hay mucha gente que no, demandó a muchas personas, guardó resentimientos con algunas otras. Y con cierta gente que perdía su paciencia, hasta llegó a gritar.

Mi abuelo salió de casa de mi abuela y se divorció de ella (¡éscandalo para la época!) para ir un rato a California, Estados Unidos. En California trabajó y ¡casi se casa con una chica! Pero los papás de la chica no lo aprobaron. Poco después regresó y mi abuela lo acogió de nuevo pero ya divorciados.

Después de 15 o 20 años con mi abuela, empezó a querer irse a su propia casa. En un par de días tomó todo y se fue a su propia casa, comprando una camioneta y llevándose todo.

Cada vez que mi abuelo contrataba o conocía a alguien (digamos, un plomero) el primer día llegaba y te decía “Este es el mejor plomero del mundo, un señor de calidad, de porte y de excelencia”. Y siempre, pasada una o dos semanas comentaba: “Este plomero es un zotaco desgraciado, lo peor de lo peor, no lo contrates jamás.” Este mismo evento habría de pasar cada vez que mi abuelo contrataba a alguien para hacer algo en su casa.

Mi abuelo era impulsivo, cuando estaba harto de las cosas, tomaba malas decisiones financieras. Por ejemplo, si el quería una camioneta para “Mover las cosas de la mudanza”, perdía dinero al vender su coche porque con la urgencia hacía una muy mala compra, pero lograba lo que quería. Este patrón se repitió mucho, al cambiar de casas muy buenas a medio malas porque “hay que amueblar, o pagar algo”.

Cuando yo estaba con mis abuelos de pequeño no sabía que estaban separados, dormían en cuartos y pisos diferentes. Nos quedábamos con los dos. Pero siempre nos recibieron como abuelo y abuela juntos, y fue una experiencia muy especial.

Regresando a cosas buenas, mi abuelo me introdujo a los videojuegos. En su casa (a la que íbamos casi cada fin de semana) nos despertábamos a las 6 de la mañana en sábado para poder jugar con él. Lo peor es que después de una semana larga de trabajo, nosotros todavía llegábamos a esa hora a jugar en su cuarto con las consolas. Él tenía todas las consolas y juegos que te imaginaras.

Sin ningún orden las consolas: Atari, NES, SNES, N64, GameCube, PS1, GameBoy, GameBoy Advance, Xbox. Asimismo algunos juegos: Zelda (todos, especialmente Ocarina y Majora’s ) Mario (todos, especialmente Super World 3, Mario 64 y Sunshine), Final Fantasy (5,6,7,8). Todos los pasó al 100% y escribió guías de cómo resolverlos.

Aún entrado ya en la tercera edad, completó Mario 64, Mario Odissey, y Mario Galaxy, y todos los Zeldas completos con todas las estrellas, varias veces. Muchas veces nos hablaba y cuando íbamos a su casa nos pedía ayuda para “completar este nivel que no puedo pasar” cuando realmente era el nivel más fácil y nos invitaba para presumirnos que ya lo había pasado completo.

A veces me pregunto cuál fue el legado de mi abuelo. Me gusta pensar que su legado es lo que dejó en nosotros, y tenemos la fortuna de llevar sus pensamientos al futuro.

Hoy vine a California a su ciudad favorita (Carmel-by-the-sea) a despedirlo y a escribir esto. No hay muchas palabras para describir lo difícil que es despedirse de un compañero de vida, él siempre me platicaba de esta ciudad y de como había librerías y cafés preciosos (lo he confirmado), cómo por un tiempo Clint Eastwood fue el gobernador de la ciudad, y Doris Day vivió aquí. Sé que estaba orgulloso de mí. Ponía mis diplomas en sus paredes y me dejó sus premios del ejército, también sabe que yo lo apoyaba para todo, y estuve allí con él todo el tiempo. (Hablábamos una vez por semana o más , ¡HORAS!) Agradezco a todo haber tenido la oportunidad de tener un abuelo tan magnífico.

Gracias, señor.

In memoriam, quad errat demonstrandum avus magni.


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